sábado, 19 de enero de 2008

WUTHERING HEIGHTS (1939)

CUMBRES BORRASCOSAS de William Wyler. (“Wuthering Heights”, 1939). Escrita por Ben Hecht y Charles McCarthur. Fotografía de Greg Toland. Con Laurence Olivier, Merle Oberon, David Niven, Flora Robson, Donald Crisp, Hugh Williams, Geraldine Fitgerald, Leo G. Carroll. United Artists, USA. (****, de 4)

William Wyler tuvo una carrera ciertamente irregular. Lo mismo era capaz de hacer excelentes películas como “La señora Miniver” (1942) o “Los mejores años de nuestra vida” (1946) que de hacer verdaderos monumentos a lo mediocre y al cartón piedra ya no de los decorados sino de un estilo narrativo, como en “Ben-Hur” (1959) o “Cómo robar un millón” (1966) pero, sin dudarlo, fué un auténtico maestro. Sus excelentes películas nos hacen olvidar las mediocres y, con nuestra buena intención de cinéfilos incondicionales siempre nos sacaremos de la manga alguna buena excusa. Es natural y correcto. Entre sus filmes más antológicos está este, “Cumbres borrascosas”. Está basada en la novela homónima de Emily Bronté y ha sido una obra diversas veces llevada al cine, entre tantas otras se encuentra la que Luis Buñuel realizó en 1953 pero esta vez con el título que pasó a ser “Abismos de pasión”.

Esta versión de “Cumbres borrascosas” está muy bien pero, a mi modo de ver está anclada en los arquetipos básicos del melodrama pero, eso sí, es un melodrama elegante, sumido en esa elegancia de estilo que, por ejemplo podía verse en otras obras de Wyler como, por ejemplo, “La calumnia” (1961). Así que ya que he dicho que es una buena película también convendría destacar los aspectos fallidos del filme, y no fallidos sino muy corrientes. Es corriente en el melodrama coger un libro —por ejemplo— y convertirlo en una novela rosa y eso, en cierto modo, es un poco lo que ha perdido puntos de la película. La novela de Bronté no era una vulgar historia de amor (ya digo que muy bien tratada por Wyler) sino una triste historia de amor y odio. Es una historia desenfrenada sobre dos personas que se aman y que la fatalidad las hace amarse en el fondo aún pero odiarse. Cuando Katy muere resulta patético ver a todos rezando mientras Heathcliff maldice su alma para el resto de sus días. La “Cumbres borrascosas” de Wyler, sin embargo, pese a los fallos que halla podido tener es estupenda, el tratamiento de la luz muy acertado porque a la historia da un cierto hálito gótico muy bien logrado.

Sin embargo, por encima de los demás melodramas está este. Se podría llegar al fondo de lo que pretendía Bronté con el libro y lo que perseguía Wyler con su filme. En los dos hay una mutua conexsión que es una especie de relación demoníaca (Heathcliff es hermano bastardo de Katy), un incesto. Pero esto está tratado muy de refilón, ni siquiera se da a entender esta infernal relación entre los dos. Pero sin conocer este detalle es poco probable que entendamos el odio del hermanastro de Heathcliff (Laurence Olivier) hacia éste; le llama, entre otras cosas, “gitano” y es que es hijo de una gitana y el padre de los dos hermanos, Katy y su hermano (del que luego Heathcliff se vengaría sádicamente). Pero la película de William Wyler es casi redonda. Cuenta con una buena fotografía de Gregg Toland (“Ciudadano Kane” de Orson Welles), con una acertada música y con unas actuaciones excepcionales, predominando la de Laurence Olivier. La realización de Wiliam Wyler como ya he dicho es muy aceptable y la historia, que se desenvuelve entre el amor y la venganza está dotada de una elegancia y depuración de estilo sutil pero perceptible. (1982)

CEILING ZERO (1935)

ÁGUILAS HERÓICAS de Howard Hawks (“Ceiling Zero”, 1935). Escrita por Frank –“Spig”— Wead. Fotografía de Arthur Edeson. Con James Cagney, Pat O’Brien, June Travis, Stuart Erwin, Isabel Jewell, Henry Wadsworth, Craig Reinolds, Barton McLane. Warner Bros, USA. (****, de 4)

Howard Hawks fué de siempre un gran aficionado a volar. A causa de esta gran afición (antes de director fué piloto) realizó unas cuantas cintas cuyo fondo era el de la aviación. Esta película, “Ceiling Zero” fué, como otras que hizo, anterior a su obra maestra en este terreno, “Sólo los ángeles tiene alas” (1939) que es, a todas luces un filme genial y absolutamente espléndido. Pero antes de ella, pese a hacer cosas espléndidas con un fondo de aviación no eran más que unas predicciones de lo que vendría más tarde.

“Ceiling Zero” comparada con “Sólo los ángeles tienen alas” se queda pobre pero no podemos comparar una película muy convincente con otra excelente, redonda y magistral sin que esta primera se quede corta. “Ceiling Zero” tiene muchísimas cosas buenas, Hawks, con su estilo serio y preciso, ese arte de ir al grano, nos envuelve mágicamente. Mágicamente porque Hawks es un verdadero maestro del cine. Sus películas tienen un poderoso gancho, una tremenda fuerza dentro de su aparente superficialidad. Aunque en “Sólo los ángeles tienen alas” esta rara perfección es mucho mayor, en “Ceiling Zero” tampoco puede ocultarse o hacerse el sueco ante ella porque es tan palpable y real en toda su filmografía que siempre se acaba dando perfecta cuenta de ella. Y es que Hawks, más que un artesano fué un maestro y un gran cineasta. Y no exagero. Indudablemente “Ceiling Zero” no es de sus obras maestras pero sí que tiene en cambio la ambientación de los mejores negros de Raoul Walsh, es redonda. Hawks es, por fin, considerado hoy en día como el maestro que es y es que ya parecía un montaje el que no se hiciese. (1982)

BLACK HAND (1950)

LA MAFIA DE LA MANO NEGRA de Richard Thorpe. (“Black Hand”, 1950). Escrita por Luther Davis. Fotografía de Paul. C. Vogel. Con Gene Kelly, J. Carroll Naish, Teresa Celli, Marc Lawrence, Frank Puglia, Barry Kelley, Mario Silletti, Peter Brocco. Metro-Goldwyn-Mayer, USA. (**, de 4)

Que, por ejemplo, en “El pirata” de Vicente Minnelli (1947) o en “Los tres mosqueteros” de George Sidney (1948) se nos presente una mezcla de Errol Flynn y Gene Kelly puede tolerarse porque cuadra. Pero que se propongan crear de Kelly algo parecido a Humprey Bogart no deja de ser, a todas luces, absurdo.

Richard Thorpe es un artesano a sueldo — como casi todos— de Metro-Goldwyn-Mayer y para esta productora creó filmes verdaderamente aceptables junto a otros totalmente despreciables. De él nos quedan sus colosos histórico-aventureros como “Ivanhoe” y los peores filmes de la serie “Tarzán” de MGM pero hay cosas suyas que merecen la pena de verse, si ya no como cintas de calidad sí como viejas películas que poseían numerosos aciertos. Esta, “Black Hand” está mucho mejor dirigida que todo lo que hasta ahora he podido ver de Thorpe pero no por ello llega a ser un buen producto sino que se queda en la estacada como un intento de cine negro en plena época pre-macarthista rozando la Caza de Brujas y que no llega a ser todo lo que tal vez merecía. Los errores son dos o tres. Crear de Gene Kelly una nueva modalidad de Humprey Bogart es irrisorio, Kelly es un buen actor pero no cuadra en una determinada personalidad que esconde amargura, desencanto y moralismo a veces. Gene Kelly es el joven impetuoso en ocasiones, sarcástico y bailarín que es capaz de hacer que lo odien todas las mujeres del mundo gracias a sus desenfadadas costumbres. Pero se intentó. Por otra parte el guión es original en algunos momentos pero otros son de lo más normalillo y hasta incoherente y preconcebido para el buen final de la cinta en contadas ocasiones. Y Richard Thorpe se desenvuelve con fatalismo por entre el Nueva York de 1908 aunque logra en algun momento alguna escena soberbia, sobre todo en los instantes en los cuales la acción se desarrolla en la calle que, junto a una estupenda ambientación de luces y sombras, dan un fruto muy interesante aunque, como ya digo en el resto no deja de ser una intentiva. Una cinta irregular con cosas buenas y buenas de verdad pero fallida.(1982)

THE NAKED JUNGLE (1954)

CUANDO RUGE LA MARABUNTA de Byron Haskin (“The Naked Jungle”, 1954) Escrita por Philip Yordan. Fotografía de Ernest Lazslo. Con Charlton Heston, Eleanor Parker, Abraham Sofaer, William Conrad, Douglas Fowley, Romo Vincent, John Dierkes. Paramount, USA. (****, de 4)

Como ya hemos dicho en la página 157 este film está escrito por el excelente Philip Yordan. Si bien su resultado no es tan convincente y magnífico como en “El hombre de Laramie” de Anthony Mann (1955) son unos diálogos bastante bien hechos y una situaciones con imaginación propias de este escritor.

“The Naked Jungle” es un film de aventuras pero tambien podríamos encuadrarlo en película de intriga, e incluso de tensión. Narra como millones de hormigas rojas — la marabunta— invaden los territorios de Lenninger (Charlton Heston) devorando todo animal viviente, hombre o fiera; la historia es original y Byron Haskin, el director, logra escenas verdaderamente impresionantes: la masacre de las diabólicas hormigas rojas. Haskyn lo resuelve de un modo eficaz, sus primeros planos dan a conocer el suplicio de las gentes que las padecen, tambien logra momentos estupendos en la casa de Lenninger (el momento de la bofetada a su esposa) y panorámicas verdaderamente sustanciales.

Otros grandes aciertos de la película son la ambientación, el dominio de los sucesos naturales como la inundación y la espléndida actuación de Charlton Heston. (1982)

SEMBLANZA: GENE KELLY

GENE KELLY. Bailarín, actor, director, coreógrafo.

Hay tres puntales máximos en la historia del musical –mejor digamos cuatro— y sus nombres son Vincente Minnelli, Stanley Donen, Gene Kelly y Fred Astaire. Luego están, por supuesto, otros como el magnífico coreógrafo Busby Berkeley. Pero los cuatro máximos son ellos. Vicente Minnelli era un gran maestro, Donen tambien, Kelly un gran bailarín y Fred Astaire lo mismo. De esos cuatro el que más hizo por el musical fué Gene Kelly. ¿Podríamos concebir y tan siquiera imaginar “West Side Story” o “Hair” si no llega a nacer Gene Kelly? Imposible. Kelly supuso la renovación del cine musical, una renovación sin la cual numerosos films serían inconcebibles. El cine musical es junto al cine cómico mudo el género más preciso y matemático que existe. ¿Por qué? Cuando vemos un filme de Buster Keaton vemos cómo a Buster le cae una fachada de una casa encima y él se libra de ser aplastado porque la ventana está abierta y al caer éste se cuela por ella. Eso es matemático, sino llega a estar todo calculado a la perfección Keaton se hubiese llevado un buen golpe. Eso es un ejemplo (hay muchos más) y con el musical sucede lo mismo. Vemos a Gene Kelly bailando sobre los tejados de una escuela a medio construir, aunque sabemos que no está a más de tres metros del suelo, si le falla alguna pirueta verá las estrellas. Así pues el musical también se rige por lo exacto. Eso le da una gran belleza al filme. De esta y de muchas más cosas del musical podríamos estar hablando años. Entre la gente el musical es ya algo del pasado, algo caduco y eso es falso, el musical está siempre vivo, es uno de los géneros cinematográficos más puros. Se le acusa de convencional, que sus guiones son simplones y sin metas, es cierto todo eso pero el musical es el único que tiene derecho a eso: a una vida color de rosa, a marineros cantando y bailando por Nueva York, a un americano en París que comienza a bailar en medio de la calle, al simplismo (no confundir con maniqueísmo). Ese fué el género musical que Gene Kelly remodeló.

Gene Kelly nació el 23 de agosto de 1912, en Pennsylvania, Estados Unidos. Su verdadero nombre es Joseph Curran Kelly y era hijo de padres canadienses. Hizo sus estudios en la universidad de Pittsburg hasta 1933. Tuvo muchos oficios, albañil, barman, etc... Eran los tiempos de la Gran Depresión norteamericana y había que ganarse la vida como fuera. Mientras trabaja tambien en clubs nocturnos como bailarín junto a su hermano, Fred. Años más tarde logra llegar a Broadway y allí interviene en obras como “Leave It To Me” o “Pal Joey”. Esta es un éxito rotundo y lo lleva al cine, en 1942, a Metro-Goldwyn-Mayer, la productora más importante del musical. Debuta en “For Me And My Gal” (1942) y pronto se ve convertido en un divo para la gente. Fred Astaire y Gene Kelly son los máximos en ese momento, los más grandes, y hoy lo siguen siendo. Pero Kelly no se remite como Astaire a ser solamente actor y bailarín sino que tambien es director y coreógrafo. El musical está en su apogeo y la Metro es la que posee a Kelly, a Astaire, a Donen y a Minnelli. Fred Astaire siempre fué a su aire, es decir: no tenía generalmente colaboración con ningún director. Él llegaba al plató, actuaba, bailaba, cantaba si era necesario y se iba. Sin embargo Gene Kelly era algo muy distinto. Hizo numerosas películas con Vicente Minnelli y Stanley Donen y cuando estaban juntos los resultados eran encomiables, cuando no, faltaba esa garra, ese gancho tan particular.
Como ya he dicho antes Gene Kelly fué el renovador del cine musical. Antes de llegar él si en el celuloide sonaba una trompeta, en la pantalla alguien tenía que tocar esa trompeta. Sin embargo cuando Kelly llegó desechó esa idea para darle a la música un sentido ambienta, si alguien tocaba una trompeta no tenía porqué salir nadie en la pantalla tocándola. Así pues ¿podríamos imaginarnos un “West Side Story”, mas exactamente en la canción “Maria” a una orquesta subida en los tejados del West Side interpretando la partitura mientras Natalie Wood y su acompañante cantan la mar de embelesados? No. Sería absurdo. Otro de las contribuciones de Gene Kelly al musical era saber adecuar el color a cada filme. Así podemos comprobar en el film de Minnelli “El pirata” unos colores de opereta, de fantasía.

Gene Kelly ha realizado en gran colaboración con Stanley Donen grandes obras maestras del musical. “Cantando bajo la lluvia”, “Un día en Nueva York”... en estos dos grandes del musical siempre hubo un contacto, una chispa que pocas veces hubo entre director-actor y esa chispa creó verdaderas deleidades. Por su cuenta Kelly tambien ha dirigido (“Hello, Dolly”) y ya sin su actuación, los resultados eran convincentes pero menores. Kelly sin Donen o Minnelli era solamente bueno, al igual que Donen y Minnelli sin Kelly aunque estos mucho más (hablamos de dirección cinematográfica).

Hoy en día Gene Kelly trabaja muy poco, ha actuado hace unos pocos años en “Xanadú” pero no merecía la pena. Gene Kelly actor y bailarín (es triste asentirlo) ha muerto. Ya tan sólo nos queda el Kelly coreógrafo y director pero parece no animarse. Cuando muera será otro de los grandes mitos del cine, de Hollywood, otro de esos rostros que aparecen en una pantalla. Y más que eso el creador del musical moderno.(1982)

THE MAN FROM THE ALAMO (1953)

EL DESERTOR DE EL ÁLAMO de Bud Boetticher (“The Man From The Álamo”, 1953). Escrita por Philip Yordan. Con Glenn Ford, Julie Adams, Chill Wils, Victor Jory, Neville Brand, John Day. Universal, USA. (****, de 4)

El productor de cine Aaron Rosenberg reunió un día a cuatro personas para la Universal. Ese día fué uno cualquiera del principio de los cincuenta. Sus nombres eran Anthony Mann (“El hombre de Laramie”, 1955), King Vidor (“Camarada X”, 1940), Raoul Walsh (“Los violentos años 20”, 1939) y Budd Boetticher (“Los cautivos”,1957). Lo que tenían que realizar era westerns. Por aquel entonces Walsh y Boetticher estaban en su apogeo –sobre todo Walsh, al igual que Vidor y Mann. Y por lo menos de no ser así tenían en su haber cada uno filmes muy taquilleros. Esta cinta, “The Man From The Alamo” pertenece a la serie de westerns que Boetticher dirigió para Universal y es un buen augurio de lo que sería capaz de hacer años más tarde junto a Randolph Scott.
“El desertor del Alamo” está escrita por Philip Yordan, un nombre legendario en la historia del cine en cuestión de guionistas. Es famosísimo el trío que formaron Yordan-James Stewart-Anthonny Mann en los films que Mann dirigía.

Se ha especulado que no era Philip Yordan el que escribía sus guiones sino un grupo de “negros” que le ahorraban el trabajo. Son, solamente, especulaciones y lo más seguro es que sean falsas. Philip Yordan supo distinguir lo típico de lo original y supo crear unas gentes y unos ambientes ajustados a la perfección a lo que hoy se denomina western serio. Ejemplos de ello son esta cinta y “El hombre de Laramie” rutilantes guiones en lo cuales la amargura y la decepción ululan como los más crueles fantasmas de la sociedad humana.
La película es en sí todo un buen ejemplo de cine. Boetticher logra el cerrado estilo sobrio, serio, hermético de (por ejemplo) “Los cautivos” y ya vemos que esta es una pequeña obra maestra en la cual ya van aflorando, los odios, las amarguras, el verdadero sabor que tiene la vida. Boetticher sin un buen guión es bueno, con un buen guión es genial. Dentro de todo gran artesano hay un pequeño gran genio. Boetticher logró en esta cinta lograr una situación de odio, de decepción como ya decía antes, hay, en fin, una aureola de tristeza tambien. El desertor, John Stoud abandona el Álamo con la intención de poner a salvo a su mujer y a sus hijos de los mejicanos pero cuando llega a su rancho éste ha sido destruido y su esposa y su pequeño hijo han sido asesinados. Él quiere volver a El Álamo pero se entera de que éste ha sucumbido y nadie ha sobrevivido excepto un hombre que fué el encargado de llevar una carta a Sam Houston. Son muchas las penurias que Stoud (admirable Glenn Ford) ha de sufrir; por un lado los norteamericanos, sus compatriotas lo quieren ahorcar por se “un traidor a la bandera” y además ha de ver vengada a su familia. Un patetismo sale a relucir en el film. Un patetismo que ya es habitual en el western de este tiempo.

NOTA: A causa de una confusión hemos escrito en la presente crítica que el guión del film era de Philip Yordan; no. El guión no es de él sino de Steve Fischer. Pero eso no importa, sigue siendo estupendo y patético en el fondo y como ya hemos dicho con unos caracteres parecidos a los de “El hombre de Laramie”. Philip Yordan sí es el autor de “Cuando ruge la marabunta”

(1982)

THE PIRATE (1948)

EL PIRATA de Vincente Minnelli (“The Pirate”, 1948). Con Gene Kelly y Judy Garland. Metro-Goldwyn-Mayer, USA. (****, de 4). Música de Cole Porter.

Sobre “El pirata” hay muchas versiones. Hay quien dice que es buena pero que no llega a cuajar y hay quien se inclina porque está bien pero que muy bien cuajada. Lo que sí es cierto es que en este film hay tres piezas fundamentales que forman el engranaje que hace funcionar la película: Judy Garland, Gene Kelly y Vicente Minnelli. Cada uno funciona a su modo y es su propio ente. Así Judy Garland para lucirse no necesita de Minnelli ni de Kelly, Kelly no necesita a nadie en absoluto para sus saltos y sus triquiñuelas y Minnelli, que es el director, mucho menos. Sin embargo cada una en su estilo, las tres piezas, Garland-Kelly-Minnelli se complementan en una cinta bastante bien contada cuyo único defecto parece ser la presencia de Judy Garland, muy relajante a veces pero con una voz al cantar algo rasposa. No obstante tambien Kelly la tiene así y no resulta molesto en absoluto.

Judy Garland y Vincente Minnelli

Judy Garland, excelente actriz, bailarina y –aunque como ya dije aquí haga gallos en algún momento— cantante se hizo famosa al sustituir a Shirley Temple en “El mago de Oz” (1939) de Victor Fleming. Luego, tras este film vino una época verdaderamente repelente en su historial cinematográfico y forma pareja con Mickey Rooney en una serie de filmes tontos y ñoños que solo la hacían lucir como cantante. Tras esa etapa vino su carrera más firme y seria. Años más tarde se casa con Vicente Minnelli. De esa unión una niña fea pero excelente actriz que hizo cosas estupendas: Liza Minnelli.

Gene Kelly llegó ya maduro y experimentado al cine, hizo grandes películas para Metro-Goldwyn-Mayer y en 1955, sabiendo que el estudio prefiere a Marlon Brando para protagonizar “Ellos y ellas” de J. L. Mankiewicz, se larga de allí para no volver. En 1981 ha hecho “Xanadú” junto a Olivia Newton-John. Patético verle a sus 70 queriendo volver sobre sus pasos.
Vicente Minnelli fué uno de los grandes cineastas del Viejo Hollywood. Minnelli era un tipo feo y con cara de ratón y parece mentira que acabase casándose con una belleza como lo fué Judy Garland. Su hija —Liza— acabó por parecerse a su padre. Minnelli fué, sin lugar a dudas un maestro y un nombre de luz propia en la historia del cinema. Hizo films de varias clases. Hizo comedia (“El noviazgo del padre de Eddie” o “Mi desconfiada esposa” (1962 y 1957 respectivamente) pero esta primera más rayando en el melodrama). Hizo comedia musical (“Un americano en París”, 1951) y otras cosas. El filme que más hace añorarlo fué “Un americano en París” interpretado por el excelente bailarín y actor Gene Kelly y la encantadora francesita Leslie Caron.

En este film hay ingredientes magníficos pero los resultados no son excelentes aunque falte poco para que así sea. La construcción de la cinta es perfecta con algún fallo pero el resultado es algo que se disipa como la niebla (¿vaporoso?). Como cita Ángel Fernández-Santos en el artículo “Piratada”, en esta película ha querido ver el mundo y el guionista una mezcla extraña de Errol Flynn y Gene Kelly; es decir, ser cínico y arrogante como Flynn y bailar y hacer mil movimientos y bailes como Kelly. Eso fué algo quijotesco que a veces no llega a cuajar (otras sí).

En líneas generales la película tiene muchos buenos alicientes, la dirección es ejemplar (hay algunas escenas estupendas), la coreografía genial (la escena onírica de Kelly atacando un pueblo es asombrosa, magnífica), las actuaciones son de primera, la música a veces con poco fuste pero así en una visión general aceptable y los decorados Metro-Goldwyn-Mayer que nunca fallan. Tal vez lo que no llegue a cuajar del todo sea el dúo Kelly-Garland que a veces resulta irritante en sus actuaciones. (1982)