
Durante los últimos años de la década de los 40 y a principios de los 50, Esther Williams es una de las más taquilleras “stars” de la MGM. Sus films son, a veces, magníficos gracias a la coreografía del genial Busby Berkeley pero en otros casos sólo discretos. En efecto, este film musical, comedia exótica y con poco atractivo, solo tiene un puro interés anecdótico además del cuerpazo de la Williams: el de ser la última aparición en el cine de Eleanor Powell,
1982
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