BOLA DE FUEGO, de Howard Hawks. (“Ball Of Fire.” 1941). Con Gary Cooper y Barbara Stanwyck. Escrita por Billy Wilder. USA. (****, de 4). Warner Bros.
Howard Hawks dirigió en 1941 dos cintas en las cuales el papel estelar lo tenía Gary Cooper: “Sargento York” y “Bola de fuego”. A la primera, “Sargento York” le dieron el “oscar” por el trabajo de Cooper y a la segunda ninguno, aunque, tal vez, sea mejor ésta última. “Bola de fuego” posee todos los atractivos suficientes para hacer reír y toda la belleza cinematográfica para hacer palidecer de envidia. “Bola de fuego” es, en resumidas cuentas, una obra maestra. El papel de Cooper está interpretado por éste de manera genial pero el personaje es meramente artificial. En efecto, un intelectual no puede dejarse embaucar tantas veces como lo hacen sin que éste se de cuenta. El sr. Wilder quería, al parecer, mostrarnos la otra cara de la moneda del intelectual, es decir, sabe mucho de libros pero es un perfecto imberbe, lo cual es falso. Fuera esto, el film no deja de ser una obra maestra de la gracia y la finura en una comedia.
Howard Hawks dirigió en 1941 dos cintas en las cuales el papel estelar lo tenía Gary Cooper: “Sargento York” y “Bola de fuego”. A la primera, “Sargento York” le dieron el “oscar” por el trabajo de Cooper y a la segunda ninguno, aunque, tal vez, sea mejor ésta última. “Bola de fuego” posee todos los atractivos suficientes para hacer reír y toda la belleza cinematográfica para hacer palidecer de envidia. “Bola de fuego” es, en resumidas cuentas, una obra maestra. El papel de Cooper está interpretado por éste de manera genial pero el personaje es meramente artificial. En efecto, un intelectual no puede dejarse embaucar tantas veces como lo hacen sin que éste se de cuenta. El sr. Wilder quería, al parecer, mostrarnos la otra cara de la moneda del intelectual, es decir, sabe mucho de libros pero es un perfecto imberbe, lo cual es falso. Fuera esto, el film no deja de ser una obra maestra de la gracia y la finura en una comedia.
1 comentario:
El tiempo ha acabado por desmentirme. Un intelectual puede ser, y a veces definitivamente lo es, un completo imberbe cuando se trata de mujeres. En aquel tiempo no había visto El ángel azul, y aunque el ejemplo es extremo, sin duda puede volver a darse.
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