LA BIBLIA de John Huston. (“The Bible In The Begining”, 1966). Escrita por Christoper Fry. Con Michael Parks, Ulla Borgryd, Richard Harris, John Huston, Stephen Boyd, George C. Scott, Ava Gardner, Peter O’Toole, Zoe Sallis, Gabriele Ferzetti, Eleonora Rossi Drago. 20th Century Fox. USA. (**, de 4). 175 minutos.
En la filmografía del genial John Houston podemos encontrar como director obras maestras como “El halcón maltés” (“The Maltese Falcon”, 1941), “La jungla de asfalto” (“The Asphalt Jungle”, 1950), “Vidas rebeldes” (“The Misfists”, 1961) o “El tesoro de Sierra Madre” (“The Treasure Of The Sierra Madre”, 1947) entre muchas otras. Pero también encontramos otros títulos tan mediocres y endebles que no merecen la pena. Afortunadamente, de esa triste etapa sólo hay unas pocas y entre ellas se encuentra este film: “La Biblia”. Por más que lo pienso y lo vuelvo a pensar no acabo por dar a la solución de mis desvelos: ¿cómo diablo pudieron convencer a Huston de que llevase a puerto este film? Porque es evidente que Huston dirige este (cómo podría llamarlo) panfleto a colorines con una desgana evidente. Y si no, sólo hay que ver la primera parte del film, la de Adán y Eva, que resulta de lo más risible y absurdo que se ha hecho, todo ello sazonado por la inexpresividad y el acartonamiento de sus protagonistas: Michael Parks y Ulla Bergryd.
Sin embargo, si hiciésemos un análisis de la película, veríamos que entre escenas geniales y planos exquisitos que generalmente están sueltos, y entre movimientos de cámara desganados y monótonos, hay otras que destacan por lo simple de sus razonamientos (es inconcebible que una película como lo es ésta se haga en 1966) y lo infantil de sus ideas. No obstante John Huston nos ofrece un conjunto de planos y técnica cinematográfica de una clase exquisita en la etapa correspondiente a Noé, en la cual él también hace del viejo y curioso Noé. Y es que parece (no es una afirmación, sino una conjetura, una divagación) que entre tanto momento soso, aburrido y falto de atractivo quiere crear un perfecto ensamblaje de imágenes que sin lugar a dudas dan lugar a los mejores y más bellos momentos de la cinta tan sólo porque él asume el papel principal, global.
El resto de esta descomunal y hueca superproducción (como suelen ser todas) es pura paja, artificio, hastío, el espectador acaba ocioso perdido y mandando al infierno lo que siga, le es ya todo indiferente. Solamente la escena de Abraham y su hijo en las ruinas de Sodoma tiene algún valor aparte del apartado del arca pues está narrada de un modo excelente y dotada del dinamismo y la esquizofrenia propia del lugar en el cual se hallan.
Tras este rotundo fracaso, Dino de Laurentis, que pensaba hacer una larga serie de producciones bíblicas no se animó a hacer más, gracias al cielo. (1982)
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